Manuel López Lara
arquitecto técnico (UPM 1993)

lunes, 1 de octubre de 2018

De los pisos turísticos

En los últimos meses ha saltado a la actualidad diaria el asunto de los llamados pisos turísticos. Se trata de viviendas que particulares, y en algunos casos empresas, alquilan por breves periodos (días o semanas) para el alojamiento de personas de paso, generalmente turistas.

Esta actividad, tal cual descrita, se pierde en la memoria de los tiempos. Ceder temporalmente un espacio de tu propia vivienda o de una segunda residencia a viajeros, veraneantes  o profesionales y trabajadores de paso para obtener unos ingresos extras se ha hecho desde que el hombre salió de las cavernas y empezó a construirse sus propias moradas.

Hotel Torrelodones. Torrelodones (Madrid) 2004

Todos hemos estado alguna vez, o conocemos a alguien que ha estado, una semana o dos en un apartamento de alquiler durante las vacaciones, ya sean de verano, Semana Santa, puentes, etc. Y ha funcionado así, incluso sin regulación alguna, hasta la fecha, sin haya supuesto ningún problema.

Entonces ¿que ha ocurrido para que de pronto esta actividad se haya convertido en todo un quebradero de cabeza para muchas ciudades?. Pues que, como en otros casos tales como el transporte de viajeros o el comercio electrónico, ha entrado en escena la economía disruptiva.

¿Y que es la economía disruptiva? Básicamente es crear nuevos y distintos modelos de negocio y de gestión usando las herramientas de las nuevas tecnologías, concretamente Internet.

Entonces ¿es mala la economía disruptiva? Como concepto no lo es, al contrario, es muy buena, es progreso. Lo que ocurre es que rara vez viene para crear nuevos mercados o satisfacer necesidades que antes no existían, sino que se instala en los mercados existentes desplazando a los modelos tradicionales de negocio. Por otro lado, tiene un componente añadido prácticamente  imprescindible: la masividad; para ser competitivo, reducir costes e imponerse necesita un gran volumen de negocio, llegar a todos los clientes, los existentes y los potenciales.

En  un principio familias y algunos turistas que no querían algo tan frío y despersonalizado como puede ser un hotel (con sus horarios) alquilaban viviendas a particulares que ofrecían alojamiento en el centro de las ciudades. Eran pisos reformados y acondicionados para una estancia como si uno estuviera en su propia casa, podían estar juntas familias enteras o grupos reducidos, en lugares céntricos y a precios inferiores (no tanto) a los hoteles. Y precisamente se trataba de una clientela de poder adquisitivo medio o medio-alto, que buscaba y valoraba una forma distinta de alojamiento. Durante el tiempo que fue así prácticamente no existieron los problemas, excepto el de Hacienda, que quería también su parte del pastel, como siempre.

El problema ha venido cuando, con la aparición de aplicaciones móviles de intermediación (tecnología disruptiva), la oferta y la demanda se han disparado. Y esa masificación ha corrompido el mercado: la capacidad adquisitiva de los clientes ha descendido y la calidad de las viviendas ofertadas también ha bajado. Un modelo de turismo que nació para minorías de cierta capacidad económica se ha convertido en un negocio para alojamiento de los turistas de mas bajo poder económico. Es paradigmático que el problema se esté extendiendo a los extrarradios de las ciudades, da idea de la degradación a que está llegando el negocio de los pisos turísticos.

Las posibles soluciones dan para otro comentario. Atentos.

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